Esta
entrada está dedicada a la elaboración de una reseña, concretamente acerca de
los cuentos del XXXVI al XL de la obra El conde Lucanor.
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Primero, El conde Lucanor cuenta su
problema a su consejero Patronio.
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Seguidamente, Patronio le cuenta una
historia de la que se puede extraer un aprendizaje, finalizando con una
moraleja.
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Por último, El Conde Lucanor aplica ese
aprendizaje al problema que tiene y puede hallar la solución.
El
autor de esta obra, Don Juan Manuel, poseía una gran cantidad de títulos
nobiliarios y era una persona con un gran poder dentro del Reino de Castilla. De
hecho, era sobrino de Alfonso X “El Sabio” y nieto de Fernando III. Era una
persona tan poderosa que incluso llegó a tener un ejército de mil caballeros.
Dando
paso a la obra, voy a comentar de forma resumida el argumento de los cuentos
del XXXVI al XL:
Cuento
XXXVI: El Conde Lucanor estaba muy enfadado por algo que le habían contado y
quería vengarse por ello. Su consejero Patronio, al verlo así, le contó la
historia del mercader que fue a comprar consejos. Esta historia trata de un
mercader que compró un consejo a un sabio y el consejo decía así: cuando te
sientas ofendido, no te dejes llevar por la ira hasta que conozcas la verdad.
El mercader partió a otras tierras tras dejar embarazada a su mujer, y regresó
a los 20 años. Al regresar, vio que su mujer llamaba marido a otra persona. Él
recordó el consejo y no actuó con ira. Sin embargo, se dio cuenta de que ese
era su hijo y su mujer lo llamaba así por el cariño que le tenía a él, y por lo
tanto se dio cuenta de que hizo bien no actuando con ira.
Cuento
XXXVII: El Conde Lucanor volvía cansado y herido de una batalla y le volvían a
decir que se estaba preparando otra guerra. El Conde Lucanor le comentó a
Patronio si debía descansar o no, y Patronio le respondió con lo siguiente:
Fernan
Gonzalez acababa de batallar y el rey de Navarra iba a atacar sus tierras. Sus
hombres estaban cansados y heridos al igual que él y no querían batallar, pero
Fernán González arengó a sus hombres y les dijo que las nuevas heridas les
harían olvidar las anteriores y que tenían que defender con honra lo que es
suyo. El conde Fernán González y sus hombres ganaron la batalla. Lo mismo hizo
el Conde Lucanor, saliendo también victorioso de su batalla.
Cuento
XXXVIII: El conde Lucanor dijo a Patronio que quería quedarse en una villa
porque allí obtendría grandes beneficios, pero a la vez también iba a correr
peligro su vida. Patronio le respondió, como siempre, con una historia. Esta
trataba de un hombre que pretendía cruzar un río con muchas piedras valiosas
encima. Este hombre comenzó a hundirse por el peso de las piedras, pero a pesar
de ello seguía sin soltarlas, por lo que tuvo un final trágico y murió ahogado
por su codicia.
Tras
escuchar esta historia, el conde Lucanor siguió el ejemplo y dejó su codicia a
un lado, lo que le trajo buenos resultados.
Cuento
XXXIX: El conde Lucanor estaba enfrentado con 2 vecinos: el más poderoso vivía
lejos y el más débil vivía muy cerca; no sabía con cual de los 2 lidiar
primero. Patronio le contó lo que le ocurrió a un hombre con los gorriones y
las golondrinas. Este hombre quería librarse de los gorriones y de las
golondrinas por su ruido al cantar, y cuando acudió a casa de su amigo, este le
dijo que su remedio solo servía para uno de los dos. Las golondrinas gritan más
y más fuerte, pero vienen dependiendo de las estaciones, sin embargo, los
gorriones gritan menos, pero están siempre. El hombre decidió acabar con los
gorriones por su cercanía. El conde Lucanor actuó de la misma forma y le fue
bien.
Cuento
XL: El conde Lucanor quería hacer algo útil para así obtener la salvación de su
alma y que todos le recuerden. Patronio le respondió que cualquier buena obra
ayuda a conseguir la salvación, y le contó una historia. Esta historia trataba
de un general muy enfermo que pidió a 2 frailes que hicieran buenas obras por
él, para conseguir su salvación, y así hicieron. Después de unos días, llegó a
la ciudad una mujer endemoniada, y los 2 frailes fueron a hablar con ella para
ver si tenía información del alma del general. Esta mujer les dijo que su alma
estaba en el infierno, porque las buenas obras las tenía que haber hecho en
vida y no después de morir como él hizo, cuando ya sus bienes no tenían ningún
valor. Por lo tanto, Patronio recomendó al conde Lucanor que las buenas
acciones las haga en vida y que toda buena obra será útil. El conde Lucanor
tomó el consejo y obró según lo que le dijo Patronio.
Personalmente,
he disfrutado bastante leyendo estos cuentos. Considero que se obtiene un gran
aprendizaje de cada uno de ellos y son cuentos muy útiles que te hacen
reflexionar sobre diversos aspectos. Son enseñanzas que cualquier persona puede
aplicar en su día a día.
Es
por ello que considero que El conde Lucanor es una muy buena lectura
para cualquier lector que le guste la literatura castellana, porque posee
léxico para nada complicado y a la vez da a conocer muchos detalles de la vida
en aquella época.
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